El compositor leridano Enrique Granados fue una de las víctimas españolas de la Primera Guerra Mundial, al morir ahogado cuando el barco inglés que le llevaba de vuelta a España, el Sussex, fue torpedeado por un submarino alemán al atravesar el Canal de la Mancha. Según parece, Granados pudo ponerse a salvo en uno de los botes salvavidas del buque, pero al ver a su esposa ahogándose a relativamente poca distancia, se lanzó para salvarla, falleciendo los dos, o al menos eso manifestaron los supervivientes.
Dos notas curiosas sobre esto: en primer lugar, aquél era uno de los primeros viajes en barco de Granados, que detestaba este medio de transporte. Acababa de viajar a Washington para dar un recital de piano para el presidente estadounidense Woodrow Wilson, pero perdió el barco que debía llevarlo de vuelta a España de forma directa, así que tomó otro hacia Inglaterra, embarcando posteriormente en el Sussex. La segunda, y mucho más morbosa, es que tanto el hijo como dos de los nietos de Enrique Granados fueron, años después, campeones de España de natación.